lunes, 25 de abril de 2016

¡¡¡ Nos Levantaremos!!!

El pasado sábado 16 de abril de 2016, aproximadamente a las 18:58 de la tarde, el perfil costanero del país sufrió un sismo de 7.8 grados de magnitud en la escala de Richter,  a 29 Km de las costas de Pedernales. Hasta el momento las fuentes oficiales  reportan 113 personas que han sido rescatadas de bajo los escombros de edificios y casas que se desplomaron por la intensidad del sismo, lamentablemente 602 personas han fallecido y 130 aún continúan desaparecidas.

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Al analizar la magnitud del  desastre que ha azotado a nuestro país, vienen al caso la palabras del arquitecto japonés Shigeru Ban antes de adjudicarse el premio Pritzker en el año 2014: “Los terremotos no matan gente, pero el colapso de los edificios sí”, penosamente es una realidad que se ha visto desnudada por este evento sísmico en nuestro país.

Las causas para que tanta gente haya sido afectada por la caída, ya sea parcial o total, de las edificaciones que se encontraban en la zona afectada son varias. Es errado culpar al terremoto cuando la responsabilidad de todo lo que se ha desplomado la tenemos nosotros como ecuatorianos, donde nuestra cultura nos mal enseña a buscar “ahorros de cocinera” hasta en elementos tan importantes y delicados como la vivienda que nos cobijará a nosotros y a nuestros hijos.

Vamos a analizar un poco los errores que comete el común de los ecuatorianos al querer progresar en la vida, construyendo su propia casa, departamento, o si las posibilidades son mayores, un hostal u hotel.

Para empezar, cualquier edificación debe ser concebida como un proyecto que está destinado para servir con un fin específico y solo para cumplir con ese fin, no podemos construir una casa de dos pisos para vivienda, y después de la noche a la mañana levantar cuatro pisos más porque así lo queremos. Simplemente la estructura y la morfología de la edificación no responderán de la mejor manera a una eventualidad sísmica.

A este error de concepción del proyecto se le suma un cúmulo de horrores de planificación y constructivos  que se van presentado uno atrás del otro como el desconocimiento de la norma técnica para el diseño de una edificación de la persona que construirá y dirigirá la ejecución de la obra. Todo esto es el inicio del fin de la edificación, debido a querer ahorrarse el pago a un profesional que pueda y sepa planificar, diseñar y calcular con eficiencia y responsabilidad.

A esta “bola de nieve” que comprende esto de sumarle error más horror en la planificación y construcción de una edificación, tenemos que añadirle la baja calidad de los materiales que son usados en las construcciones que se realizan, especialmente en la región costa y la mano de obra, a la que sin duda alguna, se le debe dar mayor capacitación, además del conocimiento empírico muchas veces adquirido con el tiempo.

Todos estos factores, en opinión del común de los ecuatorianos, pueden parecer gastos innecesarios dentro de la construcción, (claro, porque para qué le vamos a contratar a un arquitecto o a un ingeniero para que haga “dibujitos” y esté “solo parado y viendo” en la construcción. – para qué le vamos a meter tanto hierro, o mejor usemos arena de la playa y usemos agua del mar para el hormigón… claro…, nada  va a pasar… nunca…); y que hoy, lamentablemente, nos cuestan la vida de 602 ecuatorianos  y la paz de miles de familias más.

Estos antecedentes, simplemente evidencian que los errores son finalmente nuestros, como dueños de viviendas, como constructores y como organismos de control, que conjuntamente deberemos trabajar para que esto no vuelva a ocurrir. La posibilidad de abrir la mente a métodos constructivos y materiales innovadores nos da la pauta a seguir en el trabajo de reconstrucción de Manabí, Esmeraldas y todo lugar donde se hayan sufrido pérdidas.

Finalmente, hay que reconocer que en el evento, todo depende de variables que son  incontrolables para el ser humano, como por ejemplo el tipo de falla tectónica a la que nos veamos sujetos, la magnitud del evento, la distancia a la que se produzca o el tipo de suelo en el que nos asentemos y de cómo se puedan comportar los elementos estructurales que existen en las viviendas.

En conclusión y con el mismo sentido nacional puedo asegurar que ¡¡¡ Nos levantaremos!!! Y lo haremos como lo hemos hecho desde tiempos inmemoriales ante cualquier desastre que nos ha sobrellevado. Hay que aprender del pasado, de nuestros errores para volvernos a alzar más fuertes, más grandes y solidarios que nunca.