El pasado sábado 16 de abril de
2016, aproximadamente a las 18:58 de la tarde, el perfil costanero del país
sufrió un sismo de 7.8 grados de magnitud en la escala de Richter, a 29 Km de las costas de Pedernales. Hasta el
momento las fuentes oficiales reportan 113
personas que han sido rescatadas de bajo los escombros de edificios y casas que
se desplomaron por la intensidad del sismo, lamentablemente 602 personas han
fallecido y 130 aún continúan desaparecidas.
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Al analizar la magnitud del desastre que ha azotado a nuestro país, vienen
al caso la palabras del arquitecto japonés Shigeru Ban antes de adjudicarse el
premio Pritzker en el año 2014: “Los
terremotos no matan gente, pero el colapso de los edificios sí”,
penosamente es una realidad que se ha visto desnudada por este evento sísmico
en nuestro país.
Las causas para que tanta gente
haya sido afectada por la caída, ya sea parcial o total, de las edificaciones
que se encontraban en la zona afectada son varias. Es errado culpar al
terremoto cuando la responsabilidad de todo lo que se ha desplomado la tenemos
nosotros como ecuatorianos, donde nuestra cultura nos mal enseña a buscar
“ahorros de cocinera” hasta en elementos tan importantes y delicados como la
vivienda que nos cobijará a nosotros y a nuestros hijos.
Vamos a analizar un poco los
errores que comete el común de los ecuatorianos al querer progresar en la vida,
construyendo su propia casa, departamento, o si las posibilidades son mayores,
un hostal u hotel.
Para empezar, cualquier
edificación debe ser concebida como un proyecto que está destinado para servir
con un fin específico y solo para cumplir con ese fin, no podemos construir una
casa de dos pisos para vivienda, y después de la noche a la mañana levantar
cuatro pisos más porque así lo queremos. Simplemente la estructura y la
morfología de la edificación no responderán de la mejor manera a una
eventualidad sísmica.
A este error de concepción del
proyecto se le suma un cúmulo de horrores de planificación y constructivos que se van presentado uno atrás del otro como el
desconocimiento de la norma técnica para el diseño de una edificación de la
persona que construirá y dirigirá la ejecución de la obra. Todo esto es el
inicio del fin de la edificación, debido a querer ahorrarse el pago a un
profesional que pueda y sepa planificar, diseñar y calcular con eficiencia y
responsabilidad.
A esta “bola de nieve” que
comprende esto de sumarle error más horror en la planificación y construcción
de una edificación, tenemos que añadirle la baja calidad de los materiales que
son usados en las construcciones que se realizan, especialmente en la región costa
y la mano de obra, a la que sin duda alguna, se le debe dar mayor capacitación,
además del conocimiento empírico muchas veces adquirido con el tiempo.
Todos estos factores, en opinión
del común de los ecuatorianos, pueden parecer gastos innecesarios dentro de la
construcción, (claro, porque para qué le
vamos a contratar a un arquitecto o a un ingeniero para que haga “dibujitos” y
esté “solo parado y viendo” en la construcción. – para qué le vamos a meter
tanto hierro, o mejor usemos arena de la playa y usemos agua del mar para el
hormigón… claro…, nada va a pasar…
nunca…); y que hoy, lamentablemente, nos cuestan la vida de 602 ecuatorianos
y la paz de miles de familias más.
Estos antecedentes, simplemente
evidencian que los errores son finalmente nuestros, como dueños de viviendas,
como constructores y como organismos de control, que conjuntamente deberemos
trabajar para que esto no vuelva a ocurrir. La posibilidad de abrir la mente a
métodos constructivos y materiales
innovadores nos da la pauta a seguir en el trabajo de reconstrucción de Manabí,
Esmeraldas y todo lugar donde se hayan sufrido pérdidas.
Finalmente, hay que reconocer que
en el evento, todo depende de variables que son incontrolables para el ser humano, como por
ejemplo el tipo de falla tectónica a la que nos veamos sujetos, la magnitud del
evento, la distancia a la que se produzca o el tipo de suelo en el que nos
asentemos y de cómo se puedan comportar los elementos estructurales que existen
en las viviendas.
En conclusión y con el mismo sentido nacional
puedo asegurar que ¡¡¡ Nos levantaremos!!! Y lo haremos como lo hemos hecho
desde tiempos inmemoriales ante cualquier desastre que nos ha sobrellevado. Hay
que aprender del pasado, de nuestros errores para volvernos a alzar más
fuertes, más grandes y solidarios que nunca.